Ecoansiedad

El otro día me ocurrió algo que creo que es la primera vez que lo experimento. Preocupación y tristeza por ver arder el monte desde mi casa. Como si algo más que los árboles que veía arder se estaba muriendo. Una sensación muy desagradable. No identifiqué lo que sentía como ansiedad. Si le pongo nombre me quedo con tristeza e impotencia ante unas llamas que no dejanban de ser un espectáculo, de esos que te dejan sabor amargo.

Y digo que no lo identifiqué como ansiedad porque me vino a la cabeza un concepto sobre el que leí hace poco y me parece interesante: ecoansiedad.

Me parece aún bastante desconocida y, sin embargo, lo percibo como algo que está presente y cada vez más frecuente en mi entorno personal y profesional.

¿Qué es la ecoansiedad? La American Psychologic Association (APA), (no confundir con la American Psychiatric Association, autora del conocido DSM-5) la define como «un miedo crónico al desastre ambiental», un estrés causado por «observar los impactos aparentemente irrevocables del cambio climático, y preocuparse por el futuro de uno mismo, de los niños y las generaciones futuras» (1), si bien, la ecoansiedad no está reconocida de manera oficial ni en los manuales diagnósticos.

De este artículo se desprende que la ecoansiedad se manifiesta al observar el cambio ambiental y puede aumentar al experimentar un desastre natural por uno mismo.

En un estudio publicado en la revista The Lancet, se advierte que «el cambio climático tiene implicaciones importantes para la salud y el futuro de los niños y jóvenes, pero ellos tienen poco poder para limitar el daño que pueda causar, lo que los hace vulnerables a la ansiedad climática» y concluye que la ansiedad climática y la insatisfacción con las respuestas gubernamentales están muy extendidas en niños y jóvenes en países de todo el mundo y afectan a su funcionamiento diario. La percepción de que los gobiernos fracasan en su respuesta a la crisis climática se asocia con una mayor angustia. Existe una necesidad urgente de más investigación sobre el impacto emocional del cambio climático en los niños y jóvenes y de que los gobiernos tomen en serio su angustia actuando con medidas urgentes sobre el cambio climático (2).

Prácticamente a diario recibimos malas noticias medioambientales a través de los medios, y también es posible que los vivamos en alguna ocasión pueden señalar que es el ser humano está encaminado a la destrucción del planeta. Por ello es factible que en la ecoansiedad haya un componente de un nuevo miedo: el miedo al deterioro del planeta.

Ver el deterioro del planeta puede provocarnos miedo, acompañado de tristeza e impotencia por la percepción de que lo que está en nuestras manos y nos gustaría hacer ante esta situación no es suficiente. Esta percepción puede llevarnos a sentimientos de frustración, provocar enfado e incluso ira.

Para afrontar la ecoansiedad, la APA propone (1):

1. Fomentar la capacidad de recuperación

Creer en la propia capacidad de resiliencia se ha visto que tiene relación con desarrollar menos síntomas de trastornos de estrés postraumático (TEPT) y depresión después de los desastres. La resiliencia es la capacidad de adaptarse a las situaciones adversas, y, además, obtener resultados positivos del proceso vivido en esas situaciones,

2. Fomentar el optimismo

Relacionado con lo anterior, las personas que pueden encontrar algo positivo en las circunstancias que han de afrontar, tienden a sentirse mejor que las que no lo hacen o lo hacen en menor medida. Evaluar positivamente las circunstancias personales, ayuda a avanzar en lugar de quedar atrapado en un bucle de emociones y pensamientos.

3. Practicar el afrontamiento activo y la autorregulación

El afrontamiento activo implica, por ejemplo, la búsqueda de ayuda y soluciones. Por otro lado, la autorregulación, o la capacidad de controlar los impulsos más inmediatos.

4. Encontrar una fuente de significado personal

Diversos estudios apuntan a que tener una práctica espiritual tiende a impulsar el bienestar del individuo. Esta práctica puede ayudarnos a gestionar y encontrar significado en el sufrimiento durante una adversidad significativa. El mindfulness, la meditación o el yoga son ejemplos de prácticas a través de las cuales se podría encontrar un mayor sentido y significado a la vida.

5. Promover la preparación personal

La APA se refiere a la preparación psicológica y física ante posibles desastres. Afirman que la salud mental puede incluirse en los esfuerzos que se requieren en la preparación para desastres.

6. Apoyo en la red social

El apoyo que proporciona el tejido social, de forma física, que establecemos con familia, amigos y conocidos. La capacidad de los individuos para soportar traumas aumenta cuando están conectados a su red de apoyo tanto personalmente como a distancia mediante internet o cualquier medio. La conexión con los demás es una necesidad psicológica y esencial para el bienestar.

7. La conexión con los padres, familia y otros modelos

El apoyo de la familia y las conexiones cercanas son especialmente importantes para los niños. Los padres son posiblemente la fuente más importante y central de apoyo a los niños durante la adversidad. Los padres pueden proporcionar un alivio a los hijos. También entran en juego otros modelos a seguir, como profesores, entrenadores, o cualquier persona que sirva de ejemplo al niño para afrontar la adversidad. Por otro lado, la salud física y mental a largo plazo de los niños corre un riesgo mayor si los padres padecen niveles altos de angustia.

8. Cuando sea posible, mantener la conexión con el lugar

A medida que el cambio climático altera el paisaje, también fuerza el cambio sobre las diferentes culturas más atadas a la tierra. Por ejemplo, las comunidades indígenas están experimentando un rápido desarrollo cultural que cambia a medida que el planeta se calienta. De esta forma, muchas prácticas culturales tradicionales son cada vez más difíciles de llevar a cabo. Diferentes investigaciones en comunidades afectadas indican que las personas no desean irse de sus hogares a pesar de los cambios que puedan experimentar. Ante esto, recomiendan vivir en un lugar al que uno se sienta conectado. De esta forma, la capacidad de recuperación puede aumentar porque las personas son más propensas a tomar medidas adaptativas, por ejemplo, prepararse para inundaciones.

9. Seguir relacionándose con la propia cultura

La cohesión familiar, la participación en tradiciones religiosas y la conexión cultural, son recursos que protegen la salud mental de las personas en tiempos de adversidad.

Referencias:

1. Clayton, S., Manning, C. M., Krygsman, K., & Speiser, M. Mental Health and Our Changing Climate: Impacts, Implications, and Guidance. Washington, D.C.: American Psychological Association, and ecoAmerica. 2017. Recuperado de: https://www.apa.org/news/press/releases/2017/03/mental-health-climate.pdf

2. Caroline et al. Climate anxiety in children and young people and their beliefs about government responses to climate change: a global survey Hickman. The Lancet Planetary Health. 2021; Volume 5, Issue 12, e863 – e873. Recuperado de: https://www.thelancet.com/journals/lanplh/article/PIIS2542-5196(21)00278-3/fulltext

 

 

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